Monday, April 26, 2010

No aguantábamos lo a gusto.

Alguna vez fui a Puerto Escondido, Oaxaca, playa que recomiendo altamente si te gusta carecer de los lujos que ofrecen los hoteles todo incluído de Acapulco, Puerto Vallarta y de más hoteles de playa en destinos de mucha popularidad. También te recomiendo Puerto Escondido, si te quieres dar la oportunidad de estar a gusto, de que el tiempo no corra y que tu prisa sea el sentarte en la arenta frente al mar sin tener qué hacer.

En aquélla ocasión practiqué un poco de body board, la tabla en la que te deslizas acostado sobre las veloces olas, y emocionado a mi regreso, tras haber rentado todos los días tablita, decidí en un arranque de poca reflexión, hacerme de mi tabla para mis próximas visitas. De eso ya hace año y medio y mi tabla a penas este fin de semana (24-04-´10) la volví a usar, eso es, la segunda vez que la utilizo.

México lindo, playas envidiables para tantos países. Por insistencia de un amigo, decidí acompñarlo a él y a su perro Zech, haciéndome acompañar por mi can a La Ticla, en el pintoresco estado de Michoacán. Partimos el viernes por la tarde, recorrimos la laguna Seca de Sayula, tramo en el cual de regreso nos escapamos a una muy peligrosa tolvanera por cuestión de segundos. Recorrimos pasamos por varias playas que por ser de noche no vi sino hasta mi regreso y llegamos a la playa. Distinta a lo que yo pensaba. Allá no encontrarán un sólo hotel, no hay tiendas departamentales, ni super mercados. Sólo lugares para acampar, rústicas cabañas que nunca saldrán en revistas que promuevan el lujo y tiempo para relajarse. Tampoco encontrarán señal de celular, lo que ayuda a mantenerse en contacto sólo de con las personas con las que uno asista. Así es de que elige bien a tus acompañantes porque no hay más que hacer, sólo surfear. Instalamos el camping, platicamos unos momentos, y nos fuimos a dormir.

A no sé qué hora de la noche, gracias a que dejé mi reloj no pude establecer el tiempo en el que luego de la advertencia de mi amigo con el que compartí casa de campaña, se desinfló y bueno, la cosa se puso más austera.

Amanecimos, no habiendo mucho que hacer desayunamos de manera ligera y ahí vamos, a las olas. Pues nos metemos, muchas piedras al ingreso de la playa haciendo un poco tortuosa la entrada y para la gente de poca experiencia como a mí, muy vergonzosa la salida pues las piedras estaban resbalozas y caí sin exagerar por lo menos 5 sobre ellas tras resbalarme. Lo vergonzoso fue haber sido visto, pero bueno había que salir. Me salí y mi pretexto de dicha salida fue el calambre tan fuerte que me dio en la pantorrilla, y culpo a mi larga ausencia en el deporte marino.

Salí y no habiendo mucho que hacer, me dispuse a dormir en la arena. No aguntábamos lo a gusto. Por la tarde luego de comer y dormir, volvimos al mar y ahuyentado por las piedras de la entrada del mar por donde ingresamos en la mañana, me metí a las violentas aguas desde otro punto. Error mío, que corriente tan fuerte. Luego de la segunda ola y 500 metros recorridos a lo largo de la playa, decidí abandonar mi tarde de deporte para regresar a donde había dejado mis chanclas, mi playera y a mi perro amarrado que si no hubiera sido por él, a lo mejor ahí dejo todo.

El domingo, luego de dormir en un colchón aún más desinflado porque mi compañero olvidó recargar la batería de la bomba para inflarlo pues qué más. Despertamos y lo mismo.

No fue un viaje de rutina, pero repito, no aguntábamos lo a gusto. Invito a disfrutar más nuestro país a destinos económicos sin tanto ajetreo, sin gente guardando poses, sin cadeneros que por la noche se creen guardianes de la belleza y el jet set, miembros de ese club. Lugares donde no es obstáculo para el extranjero sentarse a cenar en la plaza en tu mesa para intercambiar visiones de la vida y del estar a gusto. Invito a salirse de la rutina, de implementar la creatividad para que la ida al parque de la colonia sea toda una expedición y un diálogo sin televisión se vuelva rico y memorable. No descubrí el paraíso, compartí mi fin de semana, no soy alternativo, compartí mi fin de semana. Disfruté de lo a gusto.

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